01 Ago EL DUELO COMO PARTE DE LA VIDA
La muerte de un familiar, la ruptura con tu pareja, mudarte de ciudad, migrar a otro país, terminar un trabajo, la muerte de tu mascota…todos estos acontecimientos vitales tienen una cosa en común: el duelo que experimentamos en cada uno de ellos.
Existen multitud de definiciones de duelo, pero a mi especialmente me gusta la definición que describe Alba Payás:
“El duelo es la respuesta natural a la pérdida de cualquier persona, cosa o valor con la que se ha construido un vínculo afectivo, y como tal, se trata de un proceso natural y humano y no de una enfermedad que haya que evitar o de la que haya que curarse”.
El duelo puede provocar reacciones a nivel físico, emocional y comportamental. Diferentes autores expertos en la materia han establecido diferentes etapas o fases del duelo. A continuación, se describen las fases desde el trabajo realizado de Klubber Ross, psicóloga pionera en el estudio del duelo:
– SHOCK: En el caso en el que haya fallecido alguien, se trata del momento en el que recibimos la noticia del fallecimiento. Es una etapa de shock emocional, donde podemos tener sensación de anestesia o aturdimiento (“me quedé parada, no me salían las palabras”, “no podía llorar”, “no podía creer lo que estaba escuchando, me parecía estar en un sueño”).
Aunque esta fase nos protege para poder soportar el gran impacto de la noticia, es importante buscar un equilibrio y dar con momentos de “choque de realidad”.
– NEGACIÓN: Poco después del shock, podemos pasar por una fase de negación caracterizada por no querer asumir la realidad. Se trata de un mecanismo de defensa ante el dolor emocional que nos provoca la pérdida (“no puede ser verdad”, “no me creo que haya muerto”).
– IRA: En esta fase, empezamos a asimilar lo ocurrido. Esto provoca gran frustración, pues la vida posiblemente nos haya cambiado por completo a consecuencia de este acontecimiento. Pueden aparecer sentimientos de rabia y de culpa. En numerosas ocasiones, podemos dirigir esta rabia e ira hacía la familia, amigos, nosotros mismos, desconocidos o incluso hasta a Dios. (“¿por qué a mí?”, “no es justo”, “yo tengo la culpa” …)
Es importante que la persona pueda liberar esta rabia y pueda no reprimirse ni minimizar esta sensación.
– NEGOCIACIÓN: Se busca una tregua temporal para hacer promesas a cambio del regreso de la persona fallecida o a cambio de que la situación sea diferente. Surge de la esperanza y como mecanismo de defensa, al creer que haciendo algo podemos cambiar la situación.
Esta fase es habitual en personas que son diagnosticadas de enfermedad terminal donde puede aparecer un duelo anticipado.
– DEPRESIÓN: Etapa caracterizada por el vacío y la melancolía. Donde se pueden expresar profundos sentimientos de tristeza. En esta etapa existe una mayor necesidad de estar solo/a y puede cursar también con irritabilidad, falta de energía o debilitamiento.
Es necesario expresar y experimentar esta fase, suele ser la fase donde habitualmente, los dolientes piden ayuda profesional.
– ACEPTACIÓN: Dado el momento, es posible la posibilidad de transformar ese sufrimiento en crecimiento y aprendizaje. Esto no es fácil, pero si es posible. Aunque jamás olvidemos a esa persona, si es posible empezar a vivir sin ella, de manera saludable, recolocándola en un nuevo espacio en nuestra vida y canalizando el sufrimiento de manera que nuestra vida tenga un nuevo sentido.
Estas fases pueden ser identificadas por las personas dolientes a lo largo de su proceso de duelo. Pero es importante tener en cuenta, que cada proceso de duelo es único y tiene sus propias particularidades. Hay personas que transitan más tiempo por unas fases que por otras, que transitan por las fases en un orden diferente, o que dado el momento pueden retroceder o saltarse alguna de estas.
¿De qué depende que cada persona curse su duelo de una manera única y particular?
Va a depender de multitud de factores. Los más destacados serían:
– Las estrategias de afrontamiento y habilidades con las que cuente la persona. ¿Cómo has actuado ante otros momentos difíciles de tu vida? ¿Cómo has conseguido salir adelante ante momentos cruciales y nuevos?
– Apoyo social: En el proceso de duelo también influirá el apoyo social con el que contamos, si podemos expresar nuestro dolor y si sentimos apoyo emocional de las personas que nos rodean. Es importante diferenciar entre cantidad de apoyo y la calidad del apoyo, pues en ocasiones, desgraciadamente, las personas que están a nuestro alrededor también están pasando por un duelo o no están preparadas para dar soporte a una persona que lo sufre y el apoyo se puede convertir en un factor contraproducente.
Otras características: el tipo de pérdida, lo inesperado de haya podido ser el fallecimiento, el vínculo que tenemos con la persona fallecida, las creencias que tenemos respecto a la muerte y el momento vital en el que nos encontremos.
Por tanto, es fundamental respetar a cada persona en su proceso de duelo, entendiendo que hay ciertas reacciones y sentimientos que son lógicas y normales pasar durante este proceso y que es saludable sentirlo y vivirlo.
Esta experiencia inevitable, que, todos nosotros viviremos en algún momento de nuestra vida, aunque provoque sufrimiento y mucho dolor, también nos puede ofrecer la oportunidad de crecimiento personal. Pues a través del esfuerzo, la entereza, la valentía y la compasión, el proceso de duelo nos puede ayudar a reparar temas pendientes, a conocernos mejor a nosotros mismos y a poner en valor nuestras relaciones y nuestras vidas.
Como dice Alba Payás…
“Resolvemos nuestro duelo no cuando dejamos de recordar, sino cuando a pesar del dolor que nos suscitan … los recuerdos se convierten en fuente de gratitud y amor”.
Ana Belén Galarzo Martínez.
Graduada en Psicología. Alumna en prácticas externas del Máster General Sanitario 2021(UNED Albacete).
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