22 Ago LOS BENEFICIOS DEL AUTOCUIDADO
En nuestra vida diaria, estamos acostumbras a cuidar a los demás, a dirigir nuestro cuidado hacía quienes lo necesitan, a cuidar a nuestros hijos, a nuestros padres, a servir de soporte a un amigo, una pareja, esforzarte lo máximo en el trabajo, en los estudios…pero, ¿normalmente eres capaz de pararte a escucharte y conocer que cuidados necesitas tú misma?
¿Reconoces cuáles son tus necesidades físicas, emocionales y mentales? ¿Crees que te cuidas? ¿Qué objetivos llevas a cabo para cuidarte?
Sentirse bien con uno mismo, verse bien, tener relaciones saludables con los demás, establecer rutinas saludables…todas estas actividades dirigidas a nosotras mismas, comparten el objetivo del autocuidado. Según Anabel González y Dolores Mosquera, entre otras, para entender el autocuidado tenemos que hacer referencia a los tres aspectos fundamentales que lo comprenden:
1. La actitud o el estado mental de valorarse y quererse a una misma:
Se refiere a la imagen que tenemos de nosotras mismas. Las creencias y pensamientos que nos decimos y la capacidad de valorarnos desde una visión realista. Quererse y valorarse a una misma, también implica reconocer los errores que cometemos y asumir nuestros fallos, es decir, nos aceptamos incondicionalmente, sin necesidad de tener que ser perfectas. En multitud de ocasiones, esta necesidad de ser perfectas o de no permitirnos fallar, provoca que seamos nuestras peores críticas: nos limitamos y nos hablamos con dureza. Otras veces, llevamos a cabo lo que se conoce como una interpretación selectiva, centrándonos solo en lo negativo de lo que hemos hecho o nos ha pasado. Por ello, intentar hablarnos como si de tu mejor amigo/a se tratase, con “los mejores ojos posibles” y desde el amor, la empatía y la comprensión, nos ayudará a mejorar nuestro autocuidado.
2. No pelear con una misma:
Se refiere a la capacidad de perdonarnos. De poner en valor la situación vivida y ser autocompasivos con nosotras mismas, es decir, ser capaces de darnos cuenta que también cometemos errores, que nos podemos equivocar y que se puede revertir esta situación y repararla. Pues, entrar en conflicto con nosotras, puede ocasionar malestar y puede ensombrecer nuestras virtudes y fortalezas. Para esto, es fundamental que podamos conocer cuáles son nuestros límites, que nos apetece hacer y qué beneficios tendrá para nosotras tomar la decisión que queremos o con la que no nos sentimos cómodas.
Un ejemplo de esto, sería la capacidad de saber decir “no”:
¿Somos capaces de decir que no? ¿Somos capaces de sentirnos bien con nosotras mismas al decirlo o por el contrario nos inunda sensación de culpabilidad?
Cuidarse, por tanto, es también saber decir no, saber poner límites y ser realista con las situaciones en la que cada persona se encuentra en un momento dado. Saber hasta donde cada uno puede llegar y puede ofrecer. Y, al igual que es necesario saber decir no, es necesario que no nos sintamos mal al hacerlo, no tener la sensación de estar fallando a alguien ni a nosotras mismas. Ser capaces de manera realista a decir no de manera respetuosa con una misma y con la otra persona.
3. Desarrollar estrategias que aporten beneficios, crecimiento personal o valor al individuo:
Se refiere a los actos, conductas o hábitos que llevamos a cabo para sentirnos bien con nosotras mismas. Comprende la capacidad que tenemos de cuidarnos intentando dormir bien, comer de manera saludable, haciendo deporte, haciendo actividades de ocio y placenteras, haciendo vida social con amigos y familiares, etc. En este sentido, es importante que estas estrategias saludables, aunque sean habituales, sean flexibles. Para ello, debemos pensar en nuestro diálogo interno: ¿Me suelo sentir mal o culpable si un día dejo de lado la comida sana y hago un buen festín de fritos y dulces? ¿Me repito a mí misma que debería ir todos los días al gimnasio? ¿Me siento mal conmigo misma si me paso la tarde en el sofá sin hacer nada?
Reconocer y flexibilizar que dentro de nuestros hábitos puede haber días o periodos en los que “salirnos de la norma” y darnos un capricho, sin necesidad de sentirnos mal, simplemente por el hecho de que es placentero para nosotras y en ocasiones, necesario, también es una forma de autocuidado. Por último, este punto también se refiere a si tenemos la capacidad de ponernos metas, de conseguir los objetivos que nos marcamos en nuestra vida, sea en el ámbito que sea, si nos relacionamos de manera saludable con los demás y nos sentirnos realizados.
Por tanto, el autocuidado será eficaz, cuando se lleve a cabo a nivel emocional, mental, físico y conductual o comportamental.
En psicoterapia, el autocuidado es uno de los elementos centrales en el transcurso del tratamiento, pues como la persona se cuida, ofrece mucha información, tanto al terapeuta como a la propia persona, sobre cuáles han sido las experiencias vividas, las estrategias aprendidas o los hábitos adquiridos. El cuidarse a una misma, es un hábito que aprendemos a través de nuestras experiencias, desde pequeñas. En qué entorno nos hemos desarrollado, con qué tipo de apego contamos y que acontecimientos traumáticos hemos vivido, son clave para conocer cÓmo nos cuidamos.
Cuando somos pequeñas, tendemos a imitar lo que observamos, principalmente de nuestros cuidadores principales (normalmente los padres). Ante unos padres negligentes, que anulan y niegan o evitan las emociones de los hijos/as, se desarrollan niños/as con una autoimagen muy negativa de sí mismos/as y con pocas o ningunas habilidades de autocuidado y se desarrollan estrategias perjudiciales para sí mismo/a.
En cambio, ante padres con un apego seguro, que validan y consolidan las experiencias de sus hijos desde una mirada basada en el amor, se desarrollan niños/as con una autoimagen positiva de sí mismos/as y con la capacidad y habilidad de autocuidarse.
Destacar que, aunque hayamos aprendido una manera particular de cuidarnos, no significa que esta no pueda ser modificada o reemplazada por otra estrategia mucho más válida y beneficiosa. Es posible cambiar la mirada hacia nosotras mismas a una manera más saludable, más empática y con amor.
Y recuerda que el autocuidado no es egoísta, es una prioridad. Cuídate, quiérete.
Ana Belén Galarzo Martínez.
Graduada en Psicología. Alumna en prácticas externas del Máster General Sanitario 2021(UNED Albacete).
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