Aunque la opinión popular es que las personas que fueron adoptadas en edades tempranas, con días, meses e incluso en los dos primeros años de vida, no tienen que verse afectados por la separación temprana de sus padres biológicos, la realidad es muy distinta. El abandono, por muy temprano que sea, influye en la vida de las personas que lo sufrieron. Las consecuencias del abandono y de la institucionalización generan una serie de síntomas y de trastornos psicológicos que, en muchas ocasiones, son confundidos con otro tipo de problemáticas.
Todas las personas adoptadas (niños/as, adolescentes y adultos) tendrán que elaborar su abandono en algún momento de su vida. Además, las personas que provienen de adopción internacional o retirada de custodia por diferentes tipos de maltrato, tendrán que elaborar los traumas añadidos. Por ello, para trabajar con población adoptiva, es imprescindible conocer cómo el abandono, el maltrato, la negligencia y las experiencias traumáticas afectan al comportamiento individual, social y familiar, tanto en la niñez y adolescencia como en la vida adulta.